Por Manuel José Bermúdez Andrade / ciudadano gay de Medellín
Mientras persista entre las homosexualidades el temor a ser por fuera de la cultura del consumo, de la moda, seremos presa fácil y multiplicadores útiles de las políticas expansionistas del mercado en Colombia y América Latina. Terminaremos asumiendo como cierto el asunto de que tenemos que entrar en la modernidad para ser competitivos e incursionar en los estándares del mundo globalizado, aun a costa de nuestros similares locales. Seremos cómplices, por tanto, de poner en riesgo la seguridad alimentaría de la nación y la región, al promover el consumo de alimentos y productos extranjeros para no parecer parroquianos. Y afianzaremos mas las nuevas formas de explotación y esclavitud con los patrones de utilización del cuerpo como un elemento desechable y de moda.
La discusión evasiva y temerosa de si la homosexualidad debe o no caracterizar una identidad, frena en gran medida la acción conjunta y por ende la articulación efectiva de agendas y de resistencias no sólo en lo local y nacional, sino también como una constante en Latinoamérica. Este, que también fue un temor vivido en su momento por otros núcleos poblacionales en su proceso de organización, como las mujeres, se convierte en un fantasma que como pregunta repercute en nuestro accionar político publico: ¿Como asumir que somos diferentes sin generar mayores exclusiones en especial en un mundo que cada vez llama mas a la negación del gueto y a la mundialización de la cultura? Y a la vez ¿cómo trabajar en asocio con otros y otras sin perder de vista nuestros objetivos particulares?
Un acercamiento a la reflexión y, creo yo, a la búsqueda de una real articulación en la lucha por el posicionamiento de las resistencias de las homosexualidades en pro de la libertad, la identidad, la soberanía en todas sus posibilidades y de un futuro diferente para América Latina, deberá pasar obligatoriamente por escudriñar, confrontar, asumir y poner en evidencia esas particularidades que nos caracterizan como homosexuales y que, aunque podrían asumirse como causa o consecuencia de ello, no implican la mediación cultural que nos asume principalmente desde lo genital. «la mente hetero no puede concebir una cultura, una sociedad donde la heterosexualidad no ordene no solo todas las relaciones humanas sino también la misma producción de conceptos e inclusive los procesos que escapan a la conciencia.»[1] Esta ya sería una importante articulación de resistencia: resistirme a ser desde los patrones de la cultura y las negaciones que ello me impone.
Muchos niños y niñas que aún, por su edad o etapa de socialización, nada saben de eso de ser homosexual presentan actitudes, posturas y respuestas al medio que los caracterizan como tales. Y, en contra de toda lógica, como una manera de auto-negación, los y las homosexuales adultos pretendemos que las cambien o nos mofamos de ellas, haciéndole, de esta manera, el juego a la cultura que con frases como: “es que vos no sos como esas locas que viven echando plumas, vos pasas desapercibido en cualquier parte” pretende halagarnos, y que al contrario de avergonzarnos por constituirse en una aseveración del juego, a veces inconsciente, heterosexista, termina siendo aplaudido por nosotros y ellas como un cumplido.
Precisamente mi llamado a establecer resistencias desde las homosexualidades, tiene que ver con reconocer que existen unas caracterizaciones comportamentales y prototípicas que nos evidencian incluso en el mundo, y que no tendrían porque generarnos vergüenza. Negarnos al juego de la cultura transnacional del deber ser que, regida también por lo que manda el mercado capitalista, pretende etiquetarnos, hacia el consumo, en una serie de categorías que se contraponen e incluso se repelen entre sí. Categorías excluyentes: mejores o peores, sociales o asóciales e incluso delincuenciales, y que anulan o al menos pretenden anular cualquier posibilidad real de ser por fuera de las modas, en pos de la identidad internacional que proponen los patrones de consumo, y que se afianzan en el temor a reconocernos en lo nuestro particular y local. Tras ese juego de hacernos sentir menos o mas por nuestra manera de expresar el ser homosexual se camufla, además, el temor, presente también en otros sectores, a reconocer en nosotros y nosotras lo indígena, lo negro, lo popular, etc, que nos impide cualquier posibilidad de asociación intersectorial, y de articulación efectiva de resistencias, por miedo a perder categoría. Esta negación de unos elementos particulares del ser homosexual y de nuestras identidades particulares y locales se nos venden o promocionan como el: “cuidarnos de aparecer evidentes”, de que se nos note que somos.
Mientras persista entre las homosexualidades el temor a ser por fuera de la cultura del consumo, de la moda, seremos presa fácil y multiplicadores útiles de las políticas expansionistas del mercado en Colombia y América Latina. Terminaremos asumiendo como cierto el asunto de que tenemos que entrar en la modernidad para ser competitivos e incursionar en los estándares del mundo globalizado, aun a costa de nuestros similares locales. Seremos cómplices, por tanto, de poner en riesgo la seguridad alimentaría de la nación y la región, al promover el consumo de alimentos y productos extranjeros para no parecer parroquianos. Y afianzaremos mas las nuevas formas de explotación y esclavitud con los patrones de utilización del cuerpo como un elemento desechable y de moda.
Al o la homosexual como hombre o mujer de mundo, se le incita por medio de la publicidad a negar su cultura por considerar que no se homologa con el modelo de hombre o mujer de mundo que nos vende el mercado. Y debe, por tanto, mostrase egoísta, ególatra, indolente. (si yo tengo solucionado mis problemas de convivencia y supervivencia social, que me importan los demás –Norberto frente al proyecto de Ley de Parejas-) Los cuerpos, además, como productos de consumo deben mantener unos estándares de calidad similares a los aplicados a los tomates, lechugas, carnes y demás transgénicos que saturan hoy los supermercados.
Lo superficial de las acciones, la comparación excluyente con el otro u otra y la búsqueda permanente de categorías para posicionarnos en el mercantilismo sexual, afectivo y económico, esta caracterizando al interior de las homosexualidades una inversa lucha de clases que nos iguala con la extrema derecha y con los conservadurismos y que nos esta ubicando estratégicamente como enemigos naturales de aquellos que viven y sufren nuestra propia lucha, y que impide de manea asertiva la articulación en acciones de resistencia con lo intersectorial popular.
La búsqueda de la masculinidad perdida, como el falo que por tanto tiempo argumentaron en contra de las mujeres, es mas un reflejo de los temores de la cultura heterosexista. Un fantasma impuesto por una institucionalidad rígida y contradictoria para la multiculturalidad latinoamericana, según el cual los seres humanos caminan, por naturaleza, hacia una igualdad ideal internacional, aunque por supuesto desde la forma no desde las posibilidades, y que se afianza en las gentes por medios de doctrinas religiosas y políticas.
Las iglesias, con su componente laico en los partidos políticos, son en este caso las mayores generadora de temores que impiden confrontar el sistema, de ahí que una de las resistencias fuertes de nuestro sector en asocio con los otros sectores debe apuntar a neutralizar sus efectos nocivos para la caracterización de una identidad homosexual, y de otras libertades que tocan el cuerpo y la sexualidad.
Propongo un acto masivo al que nos acompañen en calidad de garantes, otros sectores que sufren por igual el doble juego de las iglesias, y en el que simultáneamente en varios sitios públicos del país,e incluso de Latinoamérica, las homosexualidades quememos las partidas de bautismo y nos rebauticemos en un ritual indígena como hijos e hijas de la vida y defensores de la identidad, de la libertad, de la soberanía sobre nuestro cuerpo, nuestro territorio y nuestros sentires. Así mismo establecer una campaña permanente de resistencia hacia ese “deber ser”, donde se invite a los y las adolescentes de las homosexualidades a que se autodescubran con los valores propios del entrono, de las reivindicaciones intersectoriales y de lo que su ser personal les señale.
[1] TRON, Fabiana. Che ¿vos te diste cuenta que sos una mujer? en el foro «Situación Legal de las Personas Trans en Argentina» (Buenos Aires, octubre 2-3, 2003 fabita@uolsinectis.com.ar enviado via mail a Recipient List Suppressed por Alejandra Sarda alejandra@iglhrc.org 24 Oct 2003
Manuel José Bermúdez Andrade
Periodista – Ciudadano Gay de Medellín
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