El Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS), junto a diversas organizaciones y comunidades que hace años vienen trabajando en función de la no privatización de agua al ver disminuir ríos, morir cultivos, contaminar aguas, marchó en un carnaval nacional por la defensa y recuperación del agua.
“No hay mejor manera de celebrar el día de la Tierra que permitiendo que se vuelva a unir con el agua…”
Este 22 de abril, Día Mundial del Planeta Tierra, el Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS) se une al proceso de recuperación de nuestras aguas, integrándose a las demandas de la sociedad civil, entre las cuales se exige:
Fin al lucro: El agua es un bien común, y tal como Chile reconoció en Naciones Unidas, es un derecho humano básico que debe ser consagrado como tal en nuestra Constitución, dejando, de este modo, de ser una mercancía regulada por el mercado.
Propiedad colectiva: El agua es de la vida y de todxs lxs seres que de ella dependen. Por lo tanto, el rol del Estado no es asignarla en propiedad, sino que garantizar, bajo una lógica territorial, una gestión democrática, racional, equitativa y eficiente del agua. Para ello, es vital incorporar prioridades de uso, de manera que el uso asociado a agua para bebida, servicios sanitarios e higiénicos, producción de alimentos y mantención de los ecosistemas, tenga preferencia por sobre otras actividades productivas. Del mismo modo, se debe recuperar el control público sobre el abastecimiento y saneamiento del agua de bebida para la población.
Gestión comunitaria: Los pueblos tenemos el derecho de determinar los modos de vivir que deseamos. Decidir colectivamente los usos y cuidados que queremos darle a nuestras aguas es vital para viabilizar los proyectos locales y definir la cultura que debemos generar para que sean posibles. Por lo tanto, se hace urgente establecer una moratoria al centralista modelo de desarrollo minero, forestal, energético y agroalimentario que se ha impuesto en nuestros territorios, de modo de evaluar entre todos y todas, seria y rigurosamente los costos y beneficios que este ha traído a las regiones, el país y el planeta.
Derogación de los instrumentos privatizadores: El agua y la tierra son indivisibles, tal como lo comprenden todas las cosmovisiones campesinas e indígenas, por lo tanto, se deben derogar todos los instrumentos que fracturan este principio elemental, como el Código de Aguas y el Tratado Binacional Minero, de modo que el agua deje de ser un derecho empresarial inalienable, contra la vida y la sustentabilidad de las comunidades y los ecosistemas.
Leyes para la vida: Debemos dictar con urgencia una ley que proteja los ambientes fragilizados, en especial los ecosistemas glaciares y periglaciares, para preservar las nacientes de nuestras cuencas y la continuidad y sustentabilidad de los flujos hídricos.
Restructuración institucional: Es imprescindible que la institucionalidad, especialmente la Dirección General de Aguas, detenga sus conductas criminales, entregando más derechos de agua de lo que las cuencas pueden recargar, y resolviendo cuestiones técnicas en virtud de criterios político económicos. La institucionalidad que regule las aguas, no puede ser una pantalla democrática del saqueo, debe desburocratizarse ahora, estar al servicio de las comunidades y tener facultades y competencias para garantizar el buen uso de las aguas.
El agua nos invita a despertar ¡32 años de gestión privada del agua están secando al país! Movilizarse, informarse, tomar conciencia, exigir postura de todos los candidatos sobre este tema, hacerse oír, derrumbar el muro del lucro que ha represado aguas, culturas, identidades y miles de vidas en nuestro país; es un imperativo moral. Toddxs quienes amamos la vida, debemos hacernos cargo.