Lindsay Morris para el The New York Times
Lindsay Morris para el The New York Times

Por Lukas Berredo y Paulina Cuevas*
Con esta provocativa pregunta se iniciaron la Philadelphia Trans Health Conference y la Gender Spectrum Conference entre el 13 y 15 de Junio en Filadélfia, Pensilvania, y el 12 y el 15 de Julio de 2013 en Berkeley, California, respectivamente.
Mientras conversar sobre la temática trans*[1] en la infancia parece imposible en Chile, en ambos lugares se reunían cientos de niñxs[2], jóvenes y adultxs trans* y sus familias, así como educadorxs, proveedores de salud, y otrxs representantes de la comunidad.
¿Existen realmente niñxs trans*?
¿Cuándo puede una persona estar segura sobre su identidad de género?
¿Qué hacer si tu hijx corrige el pronombre que utilizas para referirte a él/ella?
¿Cómo podemos apoyar a las familias con niñxs trans?
Todas estas preguntas fueron abordadas desde áreas tan diversas como la educación, el trabajo social, la medicina, la psicología, la psiquiatría, la pediatría y otras.
La idea de este artículo es tratar de resumir algunas de las principales conclusiones para que podamos iniciar nuestra propia discusión, con el fin de apoyar a cientos de niñxs y familias que hoy viven en la invisibilidad y/o represión.
Sexo Biológico e Identidad de Género: CIS y TRANS
Al momento de nacer, nuestro sexo biológico ha sido determinado por nuestros cromosomas y por las condiciones que permitieron nuestro desarrollo dentro del útero. La apariencia de nuestros genitales es, hasta el día de hoy, el factor determinante para la decisión del sexo que se nos asigna al nacer, y las opciones se limitan a niñO o niñA.
Isaac
Isaac, niño trans*

A partir de este instante, todo a nuestro alrededor nos impondrá, directa e indirectamente, de manera explícita y a través del silencio, qué nos corresponde de acuerdo al sexo que nos fue asignado al nacer: qué colores nos deben gustar, qué ropa debemos vestir, qué juguetes debemos preferir, qué juegos deben atraernos, qué tipo de peinado es apropiado y qué expresión y roles de género, por supuesto, NO nos corresponden, pues pertenecen al mal llamado “sexo opuesto”.
En palabras simples, la identidad de género[3] es el sentimiento profundo que cada persona tiene respecto de su verdadero género (soy hombre/mujer/otrx/ambxs/ningunx).
Las personas cuya identidad de género coincide con el sexo que les fue asignado al nacer son llamadas “cis”, o “cisgénero”. El término “trans” se utiliza para referirse a personas cuya identidad de género no corresponde con el sexo asignado al nacer.
En resumen, “cis” significa que alguien no es “trans”.

“Al utilizar el término ‘cis’, podemos descentralizar el grupo dominante, exponiendo simplemente como una posible alternativa en lugar de la ‘norma’ en contra de la cual las personas trans están definidas”.
Julia Serano en Whipping Girl (2007)

En general, la identidad de género está definida ya a los 2-3 años. A esta edad, la mayoría de los ninxs es capaz de decir si es niño, niña, ambos o ninguno.
¿Cómo saber si mi hijx podría ser trans?
Lxs niñxs trans, al recibir mensajes contradictorios respecto a su género en relación a lo que ellxs perciben de si mismxs, pueden manifestar algunas de las siguientes conductas a muy temprana edad:

  • Tendencia muy marcada hacia una expresión y a roles de género atribuidos al “sexo contrario” (uso de vestimentas, preferencia de juguetes y accesorios), no de manera exploratoria, sino como una necesidad intensa.
  • Dibujos sobre si mismxs donde se representan como pertenecientes al “sexo contrario”.
  • Correcciones a los padres y madres y referencias del niño a que el “es una niña” y de la niña a que ella “es un niño”.
  • Desagrado respecto del propio cuerpo, referencias a que “Dios se equivocó”. En casos extremos pueden haber autoagresiones en genitales, guiadas por el deseo de no tener esas partes.
  • Mensajes insistentes, persistentes y consistentes que dicen a lxs adultxs a su alrededor “tu no entiendes, yo no soy del género que tu y todxs creen”.

De acuerdo a la experiencia de la Dra. Johanna Olson y de la Psicóloga Diane Ehrensaft, la mayor confusión de unx niñx trans* no es su identidad de género, sino el no entender porque las personas a su alrededor no lx ven como la persona que realmente es.
Cuando unx niñx no es reconocidx ni visto como la persona que es y, lo que es peor, es forzadx a comportarse como alguien que no es, se produce un profundo sentimiento de inadecuación y falta de pertenencia. Esto puede desencadenar trastornos conductuales y emocionales que son difíciles de revertir si no se apoya y afirma la verdadera identidad del niñx.
¿Qué es la “transición social”?
La transición social es el proceso de aceptación y de afirmación de la identidad de género del niñx. Consiste en permitirle que use la ropa y el corte de pelo que prefiera, y que elija el nombre con el que quiera ser llamadx. Por otra parte, incluye, además, el uso apropiado de pronombres para referirse a él/ella de parte de las personas que lx rodean.
En el contexto escolar, consiste en apoyar el proceso y a la familia, permitiéndole al niñx ser incluidx en todas las actividades correspondientes al grupo de pares de su mismo identidad y/o expresión de género. Junto con usar el nombre de su preferencia y los pronombres adecuados, también se incluye el uso de los baños, la práctica de deportes, el uso de uniforme, etc., correspondiente al género con el que se identifica.

Josie, niña trans*

La transición social NO implica ninguna cirugía, sino que considera cambios asociados a la expresión de género que son convenciones sociales asociadas a los estereotipos de lo que sería femenino o masculino.
Por otro lado, no se trata de incentivar, por ejemplo, a que un niño juegue con muñecas o una niña con autos, sino que permitirle la expresión y el desarrollo con las preferencias y juegos con los que él/la niñx se sienta más cómodx.
La experiencia y la opinión de lxs profesionales que están trabajando en esta área es generalizada:
El permitirle al niñx hacer la transición social es parte de lo necesario para su desarrollo sano y una autoestima positiva que le permita aprender en el colegio, relacionarse con sus pares y crecer como cualquier otrx niñx.
Por el contrario, el no permitir la transición social a unx niñx trans* o forzarlx a que reprima su propia vivencia puede ser considerado negligencia, incluso maltrato en caso de que haya castigo asociado a la expresión natural del niñx de parte de quienes deberían velar por su cuidado y bienestar.
Acciones represivas y punitivas sólo coartan su desarrollo y le causarán un daño emocional difícil de reparar en el largo plazo. Es muy frecuente que niñxs trans, en estas condiciones de aislamiento y falta de apoyo familiar, desarrollen depresión e ideación o intento suicida.
Hoy en día, nuestrxs niñxs trans están erróneamente recibiendo diagnósticos tan disímiles como síndrome de déficit atencional, autismo, Asperger y bipolaridad. Estos y otros diagnósticos sólo provocan un daño adicional, y nos impiden ver la verdadera situación de abandono y desesperación en la que ellxs se encuentran.
Muchas familias deciden tomar el camino de la “transición parcial”. Es decir, al niñx se le permite expresarse como quiere sólo en ambientes familiares reducidos. Es importante considerar que esta situación puede ser prejudicial en el largo plazo, pues transmite el mensaje al niñx de que hay algo que requiere mantenerse en secreto, por lo que se percibe como prohibido o malo.
La experiencia compartida por profesionales de la salud mental, física y comunitaria participantes en ambas conferencias es concluyente: lxs niñxs trans* que son apoyadxs por sus familias para hacer la transición social a temprana edad, muestran una disminución drástica, significativa y persistente en el tiempo de la sintomatología psicológica y conductual, mejoran su rendimiento escolar, la relación con sus pares y con sus familias.
Las familias, por su parte, manifiestan experimentar un aumento en su bienestar personal, social y familiar general.
¿Qué necesitamos hacer para apoyar a las familias y a sus hijxs trans?
Como comunidad, es importante hacernos cargo del daño que hace a nuestra sociedad esta concepción binaria del género. Gracias a estas valientes familias que están apoyando a sus hijxs de manera activa, y gracias, sobretodo, a estxs niñxs maravillosxs, podemos aprender que la experiencia humana es mucho más compleja de lo que hemos querido creer hasta ahora.
La diversidad humana del género es un espectro de colores donde el rosado y el azul, lo masculino y lo femenino, son sólo los extremos dentro de los cuales podemos encontrar una infinidad de matices y hermosos colores.
¿Hay espacio reconocido para todxs? ¿En este momento? En nuestro país? En nuestro continente latino? NO!
Los niñxs trans* nos necesitan! Todxs lxs niñxs nos necesitan.
Ellxs no son el problema. El problema está en los lentes con los que estamos mirando la realidad. Es importante cuestionar la educación que la mayoría de nosotrxs tuvimos, y criticar la atribución de valores a objetos, colores o actitudes, prohibiendo o promoviéndolos a lxs niñxs con base en sus genitales.

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”.
Citado por Alvin Toffler en El Shock del Futuro (1970)

Sólo cuando podamos desaprender el esquema binario de género con el que todxs crecimos podremos reaprender como abrir espacios inclusivos para que nuestrxs niñxs, TODXS nuestrxs niñxs, puedan desarrollarse de manera sana y puedan verdaderamente contribuir al cambio que nuestra sociedad necesita.
Nos queda un largo camino por delante.
¿Nuestro primer paso?
Conocer a esxs padres, madres, abuelxs, hermanxs y a todxs esxs niñxs y jóvenes trans* fue una experiencia maravillosa de aprendizaje que será nuestra más grande inspiración.
¿Nuestro sueño?
Contribuir a abrir espacios como estos para nuestras familias y nuestrxs niñxs en nuestros colegios y en nuestras comunidades.

* Lukas Berredo es educador y activista trans*, licenciado en Comunicación Social, y coordinador en el Centro de Estudios de la Sexualidad. Paulina Cuevas es magíster en Psicología Educacional y Consejería Escolar, y trabaja en educación sobre diversidad sexual y de género desde 2004.


[1] Se añade el asterisco al final del término “trans” con el fin de que sea lo más inclusivo posible, transformándolo en una abreviación genérica, un término “paragua” que puede englobar a personas que se identifican como transexuales, transgénerxs, travestis, pudiendo también incluir a personas que se ubican fuera del binarismo de género, es decir, la idea normativa y excluyente de que somos divididxs entre «masculino» y «femenino».
[2] La letra “x” es usada a menudo en álgebra para expresar una “variable”. Así, en el presente documento se utilizará la “x” para deconstruir el binarismo de género e incorporar un abordaje inclusivo.
[3] Según los Principios de Yogyakarta, la “identidad de género se refiere a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales.” Principios de Yogyakarta sobre la Aplicación del Derecho Internacional de Derechos Humanos a las Cuestiones de Orientación Sexual e Identidad de Género. 2007. www.yogyakartaprinciples.org


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