La senadora propone castigar a quienes sufren discriminación. No deja de sorprender la facilidad con la que una senadora electa de la UDI se refiere a temas importantes sin mayor seriedad y basada sólo en sus prejuicios y sus posturas ideológicas. Los puntos de partida de la futura senadora son completamente rebatibles, vale incluso decir inaceptables.
El primero de ellos tiene relación con el matrimonio entre personas del mismo sexo, ya que en esencia esta es una demanda basada en derechos de igualdad, que no se pone ni por encima ni por debajo de otros derechos, simplemente se trata de cumplir una premisa básica de la justicia, la igualdad ante la ley, donde la mejor opción es tener leyes que nos incluyan a todos y todas. El reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo no le quita o disminuye derechos a nadie, al contrario, hace una sociedad más inclusiva y democrática, no pone derechos en disputa como señala la senadora.
En segundo lugar, la propuesta de la senadora es que ante una posible discriminación se cierre el derecho a la igualdad, se elimine la posibilidad del matrimonio igualitario y la adopción de hijos. Cuando la señora Jacqueline Van Ryselberghe dice “Qué culpa tiene un niño de que lo adopte una pareja homosexual. A pesar de que no pueda sufrir ningún menoscabo en su calidad de vida, sí va a sufrir el peso de la discriminación”. Está asumiendo que son los niños y las parejas del mismo sexo quienes deben pagar por la discriminación, por la intolerancia y la no aceptación de la diversidad, es como si debiéramos castigar a las mujeres que viven violencia intrafamiliar.
Bajo la mirada de la ex intendenta deberíamos impedir que mapuches, negros, migrantes, gitanos, gordos, discapacitados, pobres y otros grupos que sufren discriminación tengan hijos. Si hacemos un poco de memoria todos y todas hemos visto burlas y discriminaciones a grupos vulnerables por cualquiera de las razones ya mencionadas. Entonces, señora Van Rysselberghe, ¿deben ser castigados los discriminados por sufrir la discriminación? Si hacemos un análisis de estas palabras estamos llegando al fondo de la intolerancia, a un pensamiento segregador y con tintes fascistoides.
La propuesta de la señora de la UDI es doblemente discriminadora, pues propone que ante una discriminación posible es mejor negar los derechos de las parejas del mismo sexo a la adopción y a su vez negar el derecho de los niños y niñas a una posibilidad de ser adoptados, queridos y cuidados.
Frente a la propuesta de la senadora electa recordamos lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su fallo contra el Estado de Chile en el caso Atala: “El interés superior del niño no puede ser usado para amparar la discriminación de la madre o el padre por la orientación sexual de cualquiera de ellos. De este modo, el juzgador no puede tomar en cuenta esta condición social como elemento para decidir sobre tuición o custodia”.
Lo grave de esta opinión es que corresponde a una autoridad electa, que debe ante todo respetar las leyes y principios que rigen una sociedad democrática, por lo tanto sus prejuicios, miedos y discriminaciones deben quedar a un lado e abrir el ingreso a una sociedad moderna, donde la justicia y la igualdad de derechos no queden a la voluntad de un legislador o autoridad mal informada o derechamente ignorante.
El problema de la discriminación en Chile es que no nos hemos hecho cargo de la misma, no tenemos campañas y políticas que las aborden, que las enfrenten y generen condiciones adecuadas para que no se repitan. No tenemos atención y apoyo a las víctimas, al contrario. se mantienen en el desamparo de una Ley frágil que apenas sanciona a los discriminadores.
Lo que corresponde en este contexto es trabajar por una sociedad sin discriminación, esto implica desarrollar políticas públicas en ese sentido, significa invertir tiempo y dinero en la generación de condiciones que impidan que la discriminación, el odio y la violencia basada en las diferencias sigan presente.
Corresponde al nuevo gobierno tomar las decisiones necesarias frente al tema, damos un golpe de timón o nos adormecemos en la idea conservadora de aceptar que la desigualdad, la discriminación y la intolerancia a la diferencia son parte de la realidad.
Fernando Muñoz Figueroa
Sociólogo y activista de la Diversidad Sexual