En Chile hay una epidemia de VIH. El común de la gente opina que “ya no es tan grave” o que “lo único que hay que hacer es tomar pastillas”. Resulta que sí es grave, que los exámenes estandarizados que se aplican en el sistema público de salud son añejos e ineficientes y que no hay un registro acabado de qué efectos secundarios tendrá la medicación actual contra el VIH en el largo plazo. Y sí, año a año hay gente que muere de SIDA.
Entre los mitos del VIH hay uno que ha sido particularmente popular en el último tiempo que la epidemia se está feminizando. Y si bien es cierto que hay más mujeres con VIH que hace 10 años, en proporción, el VIH es eminentemente masculino. Si observamos la imagen adjunta veremos que incluso en la última década la brecha entre hombres y mujeres viviendo con VIH ha aumentado dramáticamente.
Una brecha que aumenta al mismo tiempo en que la edad de adquisición del virus disminuye. Hoy es más común que hace algunos años que adolescentes sean diagnosticados con VIH, al igual que adultos jóvenes. Esto nos da señales de algunos orígenes del problema. A más de 30 años del inicio de la epidemia en Chile, el estado sigue actuando como si nada pasara: no existe educación sexual en los colegios (no ha de extrañar el brutal aumento de casos en menores de 30 años). Por si fuera poco, los adultos tampoco reciben educación sexual apropiada, y las campañas contra el VIH han evitado hablar de sexo, de homosexualidad o incluso del condón. Parece ser que lo más importante para el Estado en estos años ha sido reclutar estrellas televisivas para que aparezcan en el material gráfico, mucho más que generar avisos atractivos y empáticos que convenzan y eduquen.
Que aumente la cantidad de personas viviendo con VIH también es caro, y es dinero que sale del bolsillo de todos y todas. Sólo en año 2012 se gastaron 190 millones de dólares en el virus, siendo las atenciones de tratamiento y hospitalización responsables por el 70% del gasto en la materia, aproximadamente unos 133.000.000 USD. Por supuesto que la cobertura gratuita de salud para quienes viven con VIH es lo correcto. La cobertura gratuita para cualquier enfermedad es lo correcto, medida fundamental para asegurar el derecho a la salud (algo pendiente en Chile), pero también tenemos todos y todas el derecho a que se implementen políticas de prevención.
Hasta ahora se ha intentado conciliar la moral conservadora con las campañas contra el VIH, resultando en adefesios que ya conocemos, como la campaña de “hazte el examen” del gobierno de Piñera, que no tuvo impacto ni en la cantidad de exámenes realizados (el aumento fue marginal) ni en la cantidad de casos por año. Otras campañas llevan escondidas trampas más sutiles, como mostrar el problema del VIH como un problema heterosexual, o derechamente quitar todo contenido sexual explícito de las campañas. El problema es que la gran mayoría de las personas que han contraído el VIH son hombres que tienen sexo con hombres, o según este gráfico del MINSAL, homosexuales. Nótese que sólo 17% de los casos corresponde a personas heterosexuales, y aun así no existe ninguna campaña destinada exclusivamente al público LGTB.
Tapar el sexo en estos avisajes es tapar el sol con un dedo. Es contraproducente pero la única consecuencia positiva que ha tenido la epidemia de VIH en el mundo es que nos obliga a romper con tabúes que no tienen ningún sentido, como la sexualidad y las prácticas sexuales. En Chile aún no aprendemos la moraleja, y el resultado es sumamente violento: la población de hombres que tienen sexo con hombres ya es vulnerada por el estigma y el machismo, y debe enfrentar una epidemia mientras la existencia de este grupo es ignorada deliberadamente por el Estado. Encima, todos nosotros contribuyentes, tenemos que pagar por campañas inútiles que redundan en todavía más dinero destinado a tratamientos innecesariamente costosos. La ignorancia nos violenta.
Camilo García
Activista
Equipo Educación MUMS