Por Patricio Bissieres, Thamaggi Álvarez, Nicolás Varela. MUMS Región de Valparaíso.

La población LGBTIQA+ a lo largo de la historia ha estado a merced de quienes ostentan el poder, quienes instalan sentidos comunes y reprimen a través de ello el desarrollo vital de quienes no vivimos de acuerdo a la norma sexo-política instalada.

Chile tiene experiencia en ello con los campos de concentración de Ibáñez del Campo, los titulares de “maricones” o el “cáncer gay”. Esta historia de violencia, marcada por las vulnerabilidades sociales, pasa por la manifestación de las locas del 73 y el incendio de la Divine en Valparaíso, por el asesinato de Mónica Briones y la Zona Roja lesbo-odiante en Valparaíso, pasa por la historia “incómoda” de Gabriela Mistral y nuestra Pedro Lemebel.

Sin duda hemos avanzado, las diversidades y disidencias sexogenéricas hemos recuperado el terreno perdido al salir del clóset, leyes como la de Identidad de Género o Antidiscriminación, que aún con fallas han posibilitado aumentar (aunque no subsanar) el reconocimiento de derechos, las de Unión Civil y Matrimonio Igualitario que sin ser el final de nuestra lucha reconocen derechos perdidos únicamente por nuestras identidades. Situación similar en educación y salud con circulares que acortan (lamentablemente sin eliminar) brechas de acceso. Y es que los alcances son importantes, pues son cuestiones fundamentales para el desarrollo humano.

Lo anterior no debemos entenderlo como un techo, sino como un mínimo, una base de respeto a nuestros derechos humanos, inalienables (o eso es lo que esperaríamos).

Desde el MUMS región de Valparaíso así los entendemos, como derechos que no deben ser “pedidos” sino que exigidos, desde la calle que no sólo es nuestro espacio de lucha sino también la que muchas veces nos liberó de la opresión familiar. Es esa posición la que nos ha llevado a construir, colectiva y organizadamente, ideas que aseguren el ejercicio de derechos básicos y, con ello, fortalecer nuestra democracia.

Entender el movimiento LGBTIQA+ es, de manera obligatoria, entender las complejidades territoriales; este entendimiento es el que nos ha llevado como MUMS región de Valparaíso a participar activamente en la construcción de oficinas comunales de diversidades y disidencias en la región como espacios locales de trabajo, de participación política, social y cultural, de organización territorial y reconstrucción del tejido social que la constitución impuesta destruyó, porque sí, entender el movimiento LGBTIQA+ es también entender que nuestras opresiones tienen un componente de clase.

Entender el movimiento LGBTIQA+ es, además, comprender que necesitamos avanzar en derechos laborales, comprender que la Educación Sexual Integral es un mínimo ético que nos permite avanzar en una sociedad más justa, que el acceso a la justicia no es sólo para eliminar la justicia de ricos y pobres sino también para eliminar la justicia heteros-cis. En los últimos años hemos visto cómo sectores fascistas han tomado gran terreno en la discusión política y en los sectores más vulnerables de la población, con mensajes populistas y engañosos que minan nuestra democracia, vaya paradoja cuando conmemoramos 50 años del quiebre de ella. Ese avance también ha significado un peligro para las personas LGBTIQA+, con discursos y ataques de odio, pero si algo ha demostrado la historia es que la resiliencia es parte de nuestra esencia, nos plantamos con nuestras identidades y desde nuestras carencias, con miedos pero sobre todo con la rabia de exigir, porque nada nos ha sido regalado, porque entendernos diversos es un mínimo civilizatorio, porque el derecho a la diferencia es nuestro punto de partida.



Publicado, www.elsiglo.cl • 7 de julio 2023 • Edición Nº1.934