Por El Mostrador / 21 de agosto de 2003
Chile está a punto de entrar en el proceso de salida del clóset de la temática homosexual hacia el plano político, y el primer paso lo dará el Partido Socialista. Se trata de darle una impronta de izquierda al ámbito de la diversidad sexual, pero además hay razones electorales: el mundo gay también vota, lo saben los partidos en el mundo, y lo sabe Joaquín Lavín.
Cada tanto tiempo, en los procesos políticos de los países surgen contenidos nuevos que parten primero como un debate pero luego terminan convertidos en bandera de lucha electoral. Es lo que sucedió hace décadas con los «temas de género» respecto de la mujer, y luego con el medioambiente y el ecologismo. En los últimos cinco años uno de los temas emergentes que con más fuerza irrumpió en la política es el de las minorías sexuales.
En Europa, Estados Unidos, Brasil y Argentina, los partidos políticos no enfrentan sus elecciones sin tener una propuesta sólida sobre diversidad sexual porque saben que el mundo gay representa un caudal de votos que está allí esperando por líderes políticos que los representen. Con unos años de retraso, Chile está a punto de entrar en este proceso de salida del clóset de la temática homosexual hacia el plano político, y la colectividad que va a dar el paso será el Partido Socialista.
Hace tres meses se fundó formalmente el Núcleo Gay del PS, con estructura, cargos y estrategia. Es uno más de los núcleos temáticos del partido y, en este caso, depende de la Comisión de Derechos Humanos de la colectividad. Y la directiva del PS está «encantada» con que así sea, como comentó a El Mostrador.cl uno de los vicepresidentes, Guido Camú.
No está claro éste vaya a ser forzosamente una de las banderas que incorpore la campaña electoral municipal del 2004 y la parlamentaria del 2005. Pero sí está claro que una vez que el tema se instale no habrá vuelta atrás.
A los activistas homosexuales de izquierda les interesa tener una propuesta sobre diversidad sexual que tenga una impronta socialista; para los partidos, este sector social representa un caudal de votos que no debe desperdiciarse en una campaña donde la Concertación se juega el todo o nada.
No en vano, el primer número de la revista OpusGay, el año pasado, dio cuenta de que según una encuesta realizada por ellos, la gran mayoría de los gays chilenos es lavinista. Lavín lo sabe y por eso ha cultivado una especial relación con los trabajadores sexuales transgéneros que en buena parte, ejercen en Santiago Centro, su comuna.
Un tema en eclosión
Por lo demás, si hay un momento en que los homosexuales pueden empoderarse en la política y en los partidos es éste en que hay todo un fenómeno cultural de aperturismo -que ya raya en la moda- y cuya máxima expresión de frivolidad son las salidas del clóset televisivas o en revistas de papel couché del mundillo de la farándula.
Con la socialización en marcha, el salto hacia lo político y electoral se ve fácil. Pero no será algo inmediato, precisó a El Mostrador.cl, Marcelo Zamora, secretario político del Núcleo Gay del PS. A su juicio, el tema de las minorías sexuales o de la diversidad sexual no tiene que ver aún con la vorágine electoral que viene. Por el momento, éste es un proceso que lleva una dinámica propia pero, indudablemente, el próximo año se encaminará hacia lo político.
Todo indica que esta vez la salida hacia el espacio político tendrá éxito. Antes, había sido el Partido Comunista el primer partido que instaló el tema de las minorías en una elección (la municipal), pero no tuvo mayor impacto. Según el análisis de Zamora, eso se debió a que era el PC el que lo hacía, pero también a que fue algo forzado desde arriba, desde la dirección de un partido y que no surgió del movimiento homosexual mismo.
Hoy el escenario ha evolucionado. «Los homosexuales ya no nos avergonzamos -sobre todo los organizados- de ser maricones, colas y rosas», dice. El cambio de actitud del movimiento homosexual en el mundo, y ahora en Chile, genera una dinámica de apertura cultural; en lo económico, significa abrir nuevos mercados. Y ahora toca el turno a la política.
Detrás del fenómeno en Chile hay once años de trabajo previos dentro del llamado ghetto. «El ghetto es aún nuestro único espacio, nuestra plaza pública. Pero estos últimos años estamos asistiendo a una salida del closet colectiva que indudablemente tiene que ver con el trabajo previo de una década realizado por los activistas, así como con el proceso de liberalización que vive la sociedad chilena en general», dice Zamora.
La eclosión del tema homosexual es un fenómeno que se constata, por ejemplo, en la marcha del orgullo gay que la última vez convocó a más de cinco mil personas. «Uno se pregunta si la CUT es capaz de sacar cinco mil personas a la calle, si la AFDD convoca cinco mil personas a un acto sobre los derechos humanos. Sabemos que no. Entonces, por fuerza, la sociedad y la política tienen que mirar hacia acá. No les queda otra», agrega.
Y así, «la legitimación que hemos logrado en el aparato del Estado, en las redes de gobierno, en las universidades y las ONG, hacen posible que hoy salga Passalacqua hablando de su pareja y Jordi Catell contando que él prefiere la mantequilla», señala.
Maricón y socialista
El Núcleo Gay del PS está trabajando de lleno en los contenidos. Se trata de hacer un cruce entre la mirada socialista general y los temas que interesan a la minoría, de modo de generar una política socialista respecto a la diversidad sexual, así como construir un instrumento orgánico que permita al PS actuar dentro del movimiento homosexual. Esto último lo está haciendo a través del Movimiento Patria Gay, impulsado por el PS, «pero abierto a todos».
Zamora cree que no son lo partidos «los que nos miran con apetito. Somos los propios maricones los que vamos hacia los partidos, en este caso el PS, para hablar de lo que nos interesa, de esa serie de derechos humanos, civiles, económicos y culturales que atender», explica.
La primera aspiración del Núcleo Gay del PS es acceder a las distintas estructuras partidarias sin ningún tipo de discriminación. Porque la izquierda no está exenta de la tentación del rechazo: «yo mismo, antes de reconocerme como gay fui discriminado dentro del PS: ‘oye, no voten por ese tipo para tal cargo porque es marica’. Y eso no puede volver a suceder», puntualiza Marcelo Zamora.
El Núcleo Gay tampoco quiere que todo su trabajo termine en un documento que entregarle a la mesa directiva para quedar guardado en un archivador. «Queremos que el PS haga una educación en la diversidad primero para sus militantes, y luego la promueva en la sociedad y sea un vehículo de transformación cultural».
Gays por Lavín
El trabajo para el socialismo gay está todo por hacer, partiendo por el desafío que les supone la revelación de las simpatías derechistas del mundo homosexual.
–¿Qué explica que la mayoría de los homosexuales consultados por una encuesta del periódico OpusGays se declare lavinista? ¿O la especial relación del alcalde Lavín con Traves Chile?
-Hay algo de verdad en eso. Pero yo creo que no es que el movimiento homosexual sea lavinista, ni siquiera que sea de derecha. La gente de Traves Chile no lo es, pero además las transgénero no son un porcentaje importante dentro del mundo homosexual. Lo que sucede es que el marica de todas las pintas, ha sido discriminado durante años, golpeado por Carabineros, expulsado de sus familias, despedido del trabajo, mal atendido en el hospital, ridiculizado en la calle. La reacción para enfrentar eso ha sido la de plantearse como ‘maricón sí, pero con plata’. En este país de desigualdades económicas, tener plata te resguarda de todo. Y eso genera un arribismo enorme en el mundo homo. Y en ese contexto, el populismo de derecha y Lavín encarnándolo, encaja super bien.
Frente a esto, dice Zamora, se luchará por instalar en los partidos y en la sociedad, una propuesta propia: «sí, soy maricón, pero tengo derechos».
Por ejemplo, añade, «con la CUT se genera todo un encuentro a propósito del artículo 161, allí donde se pelea contra la discriminación laboral a alguien por feo, o por comunista, también hay casos de discriminación por gay».
El campo de los derechos está por conquistar para el PS, piensa Zamora. «Si las personas hétero tienen la posibilidad de establecer un vínculo legal para resguardar su familia y sus bienes, nosotros también queremos, si no el mismo tipo de vínculo, al menos el mismo derecho. Si el mundo hétero tiene derecho a la libre expresión de sus afectos en los espacios públicos, también queremos poder hacerlo. En cambio, si yo hoy me tomo de la mano con mi compañero en la calle podemos ser detenidos. Y una sociedad que pretende ser moderna no puede tener un artículo como 373 sobre ofensas a la moral y las buenas costumbres».
Por ahora, las cosas se circunscriben a esta lucha más que a la pelea por cupos para las próximas elecciones. En lo que respecta a lo cupos para cargos de representación popular el Núcleo Gay PS tiene el tema resuelto: igualdad de derechos, nunca derechos especiales.
A pesar de los avances, Zamora cree que todavía no hay madurez política como para que en los partidos chilenos alguno de sus parlamentarios (as) homosexuales asuma de frente a la sociedad la cara comunicacional de las propuestas de las minorías sexuales, como sí ocurre en Europa o Estados Unidos donde todo partido, de izquierda y derecha, no podría salir al encuentro de su electorado si no tiene un representante gay, tal como existe una encargada de la mujer, otro para las minorías étnicas y uno para el tema medioambiental.
«Sondeando entre la clase política conocida, no hay nadie dispuesto», dice Zamora. «No creo que el PS busque una cara política instalada para hacer esta salida pública. Si eso ocurriera, será fuera de programa».
El estreno oficial del Núcleo Gay PS, encabezado por la directiva del partido, será en octubre, cuando hayan terminado todos los eventos del Orgullo Gay que parten el 6 de septiembre. De momento, la cara visible de esta ofensiva la asumirá Marcelo Zamora, quien por cierto, calcula que cuando empiece a salir en los medios de comunicación como encargado de la temática homosexual del PS perderá su trabajo como profesor de historia. Será una gran señal de los cambios que vienen si eso no sucede.