Y vino. La Lucía vino.
Estaba bella como siempre . Cuando la vi , fue terrible, porque por el contrario de la Natalia, todo en mi era antinatural. Estaba nerviosa nuevamente. El miedo tendía a paralizarme.
¿Qué pasa? – y me enterró su mirada como estocada ciega y ciegamente, pero feliz me defendí:
Mira: ven…
>Déjame! ¿¡Pero qué haces?!
Qué hago?. Darte un beso…
¿Qué onda mina?
¿Qué onda? Onda que me gustai, mas que eso estoy enamorada de ti y creo que decírtelo es una bella noticia, que no podía guardar más. Pero no te preocupes no estas obligada a quererme como pareja, por lo menos…
Ahí se largó a llorar. Yo le pedí que se fuera.
Parece comedia. Creo que no he sido muy asertiva. Creo que me he equivocado. Creo que no fue la forma. Parece que la cagué Ada
No sé que pasará.
Su llanto. Su llanto arraigado en la costumbre, me dio miedo. Su sentido común o más bien lo que imagino que le está pasando me da miedo. No verla más me aterroriza y me aterrorizo más aún cuando recuerdo la forma en que se limpiaba los labios, después de que la besé.
Tengo acordonada la garganta de realidades que no quiero vivir.
Tengo que escapar Ada de este sufrimiento.
Todavía no sé si lo es, en realidad.
Ada, tengo ganas de llorar…
¡Ayúdame por favor!
RING, RING………………….RING, RING……………………….RING, RING……………….!!!!
Espera, voy a contestar , parece que no hay nadie.
Ada, justo en el momento, mira lo que me acaba de pasar.
Alo…-dije, cuando conteste el teléfono.
Hola, soy Natalia. Estoy afuera de tu casa. Te espero.– me contestó
Y aquí voy derechito a sus brazos, sin pensar en nada, con verde de esperanza y con la Lucía aún atragantada en mi corazón.